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domingo, 10 de julio de 2011

Labrys. Doble hacha minoica.

     Varias hachas dobles cretenses o labrys.



    Doble hacha o Labrys minoico. La civilizacíón minoica no se contentó con pintar maravillosamente. También se le dio bien trabajar el bronce, como vemos en la foto de aquí abajo. La de arriba es copia mejorada de ésta, siglos después, por sus descendientes cretenses.




       Sacerdotisa minoica empuñando la labrys.




Las Damas de azul.

Las Damas de azul. Palacio de Cnossos. 


       Aquí vemos otro ejemplo del gusto por lo sinuoso de la civilización minoica. Las llamadas "Damas de azul", un bellísimo fresco hallado en el palacio de Knossos, que se revela como una pintura vitalista y muy expresiva, a pesar de lo esquemáticas de las representaciones y de la ausencia de perspectiva. La delicadeza de sus labios dejando entrever unas amables sonrisas, así como la delicada postura de sus manos y el cuidadoso tocado de sus cabellos, bellamente adornados con perlas y otros detalles, consiguen una plasticidad envidiable para unos frescos que cuentan con unos 35 siglos.

Boxeadores minoicos

 Boxeadores minoicos de 1.400 años a. de C.


Los minoicos eran unos tipos curiosos. Demostraban sus habilidades de forma incruenta con los toros, y practicaban el boxeo, ya con guantes. En este hermoso fresco hallado en el palacio de Knossos podemos contemplar, además de su afición por el boxeo, el gusto por las formas sinuosas y los colores cálidos.

Micenas. Palacio de Knossos.

   Micenas, descubierta gracias a Schliemann (y Pausanías).


Si primero fue la Ilíada la que inspiró a Schliemann el hallazgo de Troya, después utilizó las descripciones de Pausanías para encontrar Micenas y cambiar el sentir universal de la arqueología, pues fue gracias a su tesón y a su enorme intuición que logró recuperar para la historia lo que hasta entonces sólo habían sido atractivos relatos míticos que se perdían en lo más recóndito del tiempo. Desde que Schliemann lograra su grandiosa gesta, a finales del S. XIX, para el mundo entero cambió el concepto de esta importantísima disciplina histórica. Schliemann había logrado lo imposible: erradicar el mito con su mítico hacer. La Ilíada y Pausanías viajaron por medio mundo bajo el brazo de Schliemann como mitos, y cuando éste los posó en el suelo polvoriento de Troya y Creta se habían convertido en Historia.




 

Sarcófago de Hagia Triada.



 La celebración de la muerte. Así vivían la muerte los minoicos, en Creta, hace 35 siglos. En nuestra cultura actual puede sorprendernos que un elemento funerario como un sarcófago se halle decorado de forma tan animosa y festiva, pero los minoicos no vivían preocupados por el mundo inmortal y la vida del más allá. Los minoicos preferían gozar de la vida que atesoraban en su presente, que era lo que sí conocían y valoraban. Este sarcófago resume tanto la muerte como la vida de los antiguos cretenses, y se trata de uno de sus mejores exponentes artísticos.